Este texto nos hace ver que pertenecemos a un sistema en el que no
tenemos la posibilidad de pertenecer a
él, es decir, nos viene dado todo de antemano sin darnos otra elección que
aceptarlo y mantenernos pasivos ante los mandatos que viene dados desde arriba.
Las
ideas sacadas en este texto nos hacen ver que lo público forma parte del
patrimonio cultural que hemos heredado y al cual no es fácil acceder, también
destacamos que lo perteneciente al mundo privado tiene un acceso limitado
pero las posibilidades que ofrece para
participar en el son mayores que las del mundo público.
Hablamos de espacios reservados
para preservar el legado cultural, hablamos de las bibliotecas por ejemplo,
pero ¿qué pasa con las personas que no quieren recibir ese legado cultural o no
son conocedoras de su legado anterior?
Cuándo hablamos de cultura y
educación hay que tener en cuenta la
evolución de las mismas haciendo referencia a sus posibles contextos; alta
cultura, cultura de masas y cultura popular. La alta cultura ha sido valorada
como la “aceptable” y la de “calidad”, la que las masas debían implantarla en
su entorno. Esto ha hecho que las clases humildes, que son mayoritarias (los trabajadores), no han tenido
(ni tienen) poder de decisión ni participación en su propia cultura, su
herencia cultural viene implantada desde las clases altas.
Por otro lado la educación que es
la encargada de dar la posibilidad de acceso a la cultura, de ofrecerla a la
ciudadanía. La entrada del Estado de Bienestar
hace que los servicios públicos y la cultura, se entiendan como algo de todos, es
decir con la posibilidad del acceso a la
cultura y a lo público por parte de todos los ciudadanos.
Todo esto hace que se busque la
validez y eficiencia en la transmisión de la cultura ¿Cómo? Mediante los
recursos existentes y disponibles para que dicha transmisión llegue a todos los
ciudadanos.
Pero no es tan sencillo cómo
parece ya que el ciudadano sigue sintiéndose fuera de su propia cultura porque
no es participe de lo que ocurre dentro de ella.
Más tarde, entramos en una etapa en la que se intenta
establecer una relación directa entre el legado cultural y la participación de
la ciudadanía. Ya no vale que el sistema educativo sea la única fuente de
transmisión de cultura sino que la propia educación sea contenido de la propia cultura, así llegaremos a entenderla
y aprenderla.
Para poder aprender y
entender la cultura existente , el legado que ésta ha transmitido debe ser
salvado por la propia ciudad; tomamos a la ciudad cómo herramienta e
instrumento de educación, alcanzando el
conocimiento de cultura de manera autónoma.
Pasamos a hablar
del poder del neoliberalismo, éste
recaía en el poder burocrático, dónde se pagaba en función de su categoría y
responsabilidad social, para después repartirse.
Por lo tanto la
política cultural supone un capitalismo cultural para la sociedad, en la que la
cultura sigue estando al alcance de unos pocos. Todo estos movimientos de globalización
están lejos de ofrecer a los ciudadanos la elección que permita al propio
ciudadano alejarse y separarse de “lo cultural” cuando lo desee.
La educación, aporta
la información de forma jererquizada, haciendo indispensables los medios y los
recursos para acceder a la cultura
Por otro lado el
proyecto democrático implica; pagar impuestos, asumir unas leyes (estando o no
de acuerdo) que a su vez, requieren de unos mínimos que deben respetarse. Todo
ello además genera una defensa al entorno educativo, como es el caso de las
instituciones sociales educativas.
Una consecuencia
clara de este sistema es que la cultura ya no es el contenido de la escuela, si
no que este sistema que intenta integrar
la cultura a los contenidos del sistema educativo ya no es así; este sistema no
consigue llegar a las clases más bajas aunque esto fuese uno de sus objetivos;
los beneficiarios ahora son las clases medias.
Esta inversión en el
legado cultural, hace que la cultura se gestione desde otros departamentos cómo
el de economía, urbanismo y bienestar social. Todo esto hace que la difusión
cultural y la distribución universal e ilimitada de sus contenidos propongan
dos tareas nuevas ; la creación sostenible y el trabajo por una ciudadanía
activa. La ciudadanía activa no debe ni
obligar ni persuadir a los individuos para que participen, no debe coaccionar
la libertad individual (cómo se hacía anteriormente).
Ahora podemos decir
que la cultura nos da la posibilidad de elegir el tipo de educación. Esto hace que la propia cultura esté expuesta
a una clasificación piramidal, ya que los que están en la cúspide tienen un dominio
mayor sobre ella.
La cultura se debe
percibir como un patrimonio común al que todos los ciudadanos pudiésemos acceder
y participar en ella; esto se puede conseguir por medio de la creación de
códigos de comportamiento y sociabilización de nuevos y antiguos lenguajes.
En el ámbito
educativo , por un lado vemos que la población cede toda la responsabilidad al
propio sistema educativo y por otro lado los cambios sufridos en la educación
provoca desajustes entre los valores dominantes y las prácticas ciudadanas.
El sistema educativo
crea favoritismos como sucede en el mundo exterior, favoritismos hacia ciertas
personas o grupos pertenecientes a determinados grupos sociales.
Todo
esto nos lleva a la reflexión de que es necesaria e imprescindible que se
produzca una relación entre lo local y lo global, que se defienda lo público
teniendo en cuenta lo común con lo global. También hay que tener en cuenta la
ética de reciprocidad.
El acceso social a la
cultura contra la pobreza y marginación supone un compromiso con las
generaciones futuras, implicando a las actuales y haciendo participe a aquellos
que se sientan o estén en riesgo de exclusión social.
Se debe fomentar la
participación desde una democracia enmarcada en la justicia social y rechazando
la violencia y los abusos.
Entramos ahora a un
bucle en el que las clases medias (mayoritarias) dependen directamente de la
dominación de las élites (minoritarias pero con poder), por lo tanto es
inalcanzable la idea de democracia-justicia social ya que la propia democracia
está sumergida en engaños políticos, económicos y sociales.
Una posible solución
a todo esto es la participación activa ; que como finalidad tiene el desarrollo
del bienestar social y la calidad de vida en el municipio , a través de la
corresponsabilidad de sus habitantes. Hoy día es posible mediante la existencia
de redes sociales; que se ha convertido en una herramienta fundamental que
atiende a la interculturalidad existente y a sus cambios.
Podemos ver que el
Estado no hace nada para que se produzca la participación activa limitando a
las personas al acceso cultural.
Hay que ser consciente
de que si todo fuese igualitario para todos los ciudadanos (cultura, educación,
política…) la situación sería insostenible perjudicando la estabilidad y
armonía social.
Los ciudadanos deben
estar informados de las ofertas culturales, sociales, políticas, educativas… y
deben disponer de la autonomía suficiente para manejarlos en su beneficio.
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